Las leyendas del pueblo Hadza
El pueblo hadza es un grupo étnico que habita en los alrededores del lago Eyasi en el Gran Valle del Rift y cerca de la llanura del Serengeti en Tanzania, en una zona llamada propiamente Hadzaland.
En el año 2015 eran entre 1.200 y 1.300 individuos, un pequeño grupo de los cuales, apenas unos 300, todavía sobrevivían dedicados a la caza y la recolección exclusivamente. Este pequeño pueblo, que ha sido estudiado por los antropólogos exhaustivamente en las últimas décadas, tiene algunas características que lo hacen ciertamente peculiar y único dentro del continente africano.
Las leyendas del pueblo Hadza son tan antiguas que podrían referirse a ancestros homínidos ya extintos.
No están relacionados con ningún otro pueblo. Las pruebas genéticas demuestran que incluso el pueblo Sandawe, que habita a solo 150 kilómetros de distancia, se separó de los Hadza hace más de 15.000 años. Estas mismas pruebas revelan que, en los últimos siglos, se produjo una mezcla significativa con los bantúes.
Se los considera descendientes de la población aborigen cazadora y recolectora de la zona que habitan, territorio que habrían ocupado durante miles de años (no se sabe que hayan venido de ningún otro lugar, y su tradición tampoco menciona ninguna migración). Además, su forma de vida ha permanecido inalterable, con escasas modificaciones salvo en los últimos cien años como consecuencia del contacto con la población agrícola y ganadera de los alrededores.
Hay que tener en cuenta que Hadzaland está a solo 50 kilómetros de la garganta de Olduvai, considerada la cuna de la humanidad debido al gran número de fósiles homínidos encontrados (con los testimonios más antiguos de caza de elefantes, por el Homo ergaster), y a 40 kilómetros del yacimiento prehistórico de Laetoli, donde se hallaron las primeras huellas de homínidos bípedos. Según Frank Marlowe, las evidencias sugieren que toda esa área ha sido ocupada continuamente por cazadores-recolectores como los hadza, al menos desde hace 50.000 años.
La tradición Oral Hadza: Relatos de tiempos antiguos
Los Hadza tienen una tradición oral singular, dividida en cuatro épocas. Recogida, entre otros, por D.K. Ndagala y N. Zengu, cada una de esas épocas se caracteriza por estar habitada por un pueblo diferente, todos ellos antepasados de los hadza. La descripción de su modo de vida hace pensar que estas historias pueden ser tan antiguas que, al menos en lo que se refiere al primer pueblo, podría referirse al Homo erectus u otro homínido de parecida antigüedad, ya extinto.
Primera época
Así, según los hadza, el primer pueblo que vivió al comienzo de los tiempos fueron los Akakaanebe o Gelanebe, es decir, los antepasados. No tenían herramientas ni fuego (porque la tierra era demasiado húmeda, aunque podían producir chispas chocando piedras), sino que cazaban mirando fijamente a los animales, y éstos caían muertos. Eran gigantes peludos que comían la carne cruda y dormían bajo los árboles porque no construían casas. Tampoco tenían armas.
Segunda época
En la segunda época los Akakaanebe son sucedidos por los Tlaatlanebe, también gigantes, pero sin pelo. Ya sabían cómo hacer fuego (gracias a que la tierra se secó) y lo usaban para cocinar la carne. En esta época los animales se habían vuelto más cautelosos y huían de los seres humanos, por lo que debían ayudarse de perros para perseguirlos y cazarlos. Los Tlaatlanebe fueron los primeros en usar medicinas y amuletos, y vivían en cuevas. Además, empezaron a adorar a un ser sagrado llamado epeme.
Tercera época
La tercera época es la de los Hamakwabe, ya más pequeños que sus antepasados. Estos inventaron el arco y las flechas, los recipientes para cocinar y las casas similares a las actuales de los hadza. Fueron los primeros en tener contacto con otros pueblos que no se dedicaban a la recolección, de los que obtenían El Hierro para fabricar cuchillos y flechas. Dominaban el fuego e inventaron un juego llamado lukuchuko.
Cuarta época
Por último, la cuarta época, que continúa hoy en día, es habitada por los Hamaishonebe, es decir, la gente actual. Son más pequeños que los Hamakwabe y fueron quienes comenzaron la mezcla con otras sociedades del entorno.
Reflexiones sobre la continuidad y el cambio
Según Ndagala y Zengu estas tradiciones orales de los hadza revelan muchos elementos de continuidad y cambio, no solo en las décadas recientes, sino también desde el mismo comienzo de la existencia humana.
Por si todo esto no fuera lo suficientemente peculiar, la mayoría de los hadza siguen viviendo sin calendario, leyes ni escritura (y aun así su idioma no está considerado en peligro de extinción).
Fuente: Guillermo Carvajal (Licenciado en Historia del Arte)